Cuidado Personal

("Cuidado Personal", colectiva "Miradas", enero de 2013, Centro Cultural de Atacama, Copiapó, Chile. Curaduría de Colectivo Atacama Panorámica)


Saco pocas fotos. Hablo poco. Soy reservado. Soy más bien del tipo solitario. Y creo que todo esto me ha salvado la vida.
Llevar la pena como una cruz, como dirían las viejas pechoñas. Pero no una cruz escandalosa y flameante, sino una incandescente, tan sutil como dolorosa, determinante.
Saberse desmembrado, pues el daño a los hijos es el daño a lo que subyace de la carne, carne de mi carne (esa sí que es una figura acertada), algo que jamás podrá ser puesto en palabras, por eso callo. Por eso fotografío, para olvidar. Para llegar a la casa y no estar realmente ahí, en esas piezas vacías, frente a esos juguetes desarticulados. Poder remitir a esa foto mi memoria completa, convaleciente, y así no sufrir con lo que a diario veo, pues hay una imagen que almacena, un artificio que es certeza, que alivia. Sólo así se puede sonreir en medio del incendio interno. La casa se quema, pero sólo por dentro. A llorar a la iglesia, como dijo Basile, no sirve de nada, no ayuda. ¡Circo! ¡Palomitas! ¡Bengalas! ¡No niños, nada de esto está pasando! ¡Rían! (El papá se encargará de remediarlo, lo promete).

Entonces abogados, entonces demandas, entonces juicios y apelaciones. Cuidado Personal le llaman, no tuición, un eufemismo más. Pero el eufemismo cobra validez con el fotografiar a escondidas de la emoción, no mirando a traves de la cámara, sino encondiendo los ojos con ella, cuidándome (en lo personal). Así es como se pasa esto, si es que pasa, fotografiando, olvidando.












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